lunes, 17 de noviembre de 2014

1. Mire debajo de la superficie.

"Si conociera más de mí, conocería más de la misericordia de Dios"

Les contaré algo. 
Si me propongo escuchar a una persona atentamente, puedo identificar de dónde viene sus problemas, cómo se metieron en ellos y, tal vez, por qué se mantienen aun allí. Puedo intentar dar mi opinión y revelar aquello que no están viendo. 
Ohh que pretencioso! Aveces me equivoco... 

Ahora bien, debo ser sincero en otra área de mi vida. Soy malo, muy malo para hacerme esa evaluación. Tengo una debilidad, una tendencia a mirar detalladamente a los demás e identificar cosas, patrones pero, cuando se trata de mirarme a mí mismo, es cómo que si entrará en un callejón sin salida. Me cuesta identificar mis fallas y  mis debilidades. Aquellas cosas que Dios quiere cambiar en mí posiblemente son las que necesito descubrir, pero están ocultas, en un lugar seguro, un lugar de difícil acceso.

Quizás es también tu caso, te cuesta mirar detalladamente las profundidades de tu alma, donde reside un montón de fallas, debilidades y áreas que no deseas que las personas sepan. Tratamos incluso de manera inconsciente de justificarlas, negarlas o esconderlas. Pero están allí impidiéndote llegar a ser lo que en realidad Dios quiere que seas. 

¿Sabes una cosa? Este primer principio que quiero compartir, nos invita a "mirar debajo de la superficie" de nuestro ser. 

Necesitamos aprender el difícil arte de mirar en nuestro interior para empezar a descubrir y aceptar cosas que están ocultas, que impiden que seamos mejores y que desarrollemos una espiritualidad emocionalmente sana.

Las personas emocionalmente sanas, dirigen una profunda y severa mirada dentro de sus corazones y preguntan: ¿Qué quiere Jesucristo tratar de cambiar? Ellas comprenden que la vida de una persona es como un iceberg, con la inmensa mayoría de lo que somos sumergidas profundamente bajo la superficie. Ellas invitan a Dios a que las haga conscientes y transforme esas capas sumergidas que les impiden asemejarse más a Jesucristo.

Es fácil mirar a otros e identificar sus fallas, pero es difícil hacer una mirada severa y profunda a nuestro corazón. 

Como ilustra la imagen de la izquerda, solo el diez por ciento de un Iceberg se ve en la superficie. Esa es la parte de nuestra vida de la que estamos conscientes. Note, sin embargo, que el Titanic se hundió porque chocó con una parte del noventa por ciento de un iceberg sumergido.

"Los seres humanos, como los icebergs, tienen muchos estratos profundos bajo la superficie"

¿Por qué nos cuesta tanto mirar a nuestro interior? 
Quizás por desconocimiento o desinterés, como también por temor a descubrir cosas dolorosas, cosa que pueden tener relación con tu pasado, con una mala experiencia, con debilidades, culpa, y un sin fin de cosas que si las traemos a la luz, tenemos la sensación de que nos harán daño o que algo desagradable pudiera suceder.

Tenemos temor a mostrar esa otra parte de nosotros. ¿Por qué sucede eso? Porque en el sistema donde estamos y desarrollamos nos ha enseñado que un ser aceptado, amado y querido en la sociedad es aquella persona novedosa, capaz, exitosa que triunfa en la vida y que da la impresión que no tiene fallas y desaciertos.

Una de las formas que Dios usa para revelarnos aquellas cosas que desea cambiar, es por medio del dolor. A través del dolor a menudo desarrollamos
un ansia de cambios. Decimos: ""debo mejorar, hay algo que no me gusta"". Creo que Dios quiere cambiar algunas áreas en mi.

Recuerdo que en el Instituto Bíblico donde estudie, mi oración diaria era "Señor dame un corazón como el de Jesús". ¿Qué sucedió? No me dio un corazón como el de Jesús, lo desarrolló, y aun lo sigue haciendo. El Señor me dio problemas, dificultad, y conflicto con mis compañeros.

Fueron momentos muy duros para mi. Dios me expuso a situaciones vergonzosas, dolorosas y humillantes. Muchas veces fui criticado en áreas que no sabía que tenía. Dios usó a mis compañeros para mostrar que dentro de mi había orgullo, mucha soberbia y que necesitaba una gran dosis de paciencia, tolerancia y amor para los demás. Jaaa!! y yo creyendo que sería algo sencillo.
 
Dios me estaba entrenando para ser como Jesús. Hasta que en unos años entendí que todo fue obra de Dios. Por eso afirmo que el dolor es una forma para mostrarnos qué y cuánto debemos cambiar.

Descubrir una realidad desconocida puede ser impactante, muchas veces requiere de la participación de otros para poder ver debajo de nuestra superficie.
Quizás Dios esté usando personas, circunstancias para enseñarte. Muchas veces suceden cosas dolorosas como la pérdida de un ser querido, un fracaso en una relación, un robo, una mala inversión, un plan frustrado, proyectos que no se materializan o concluyen. Situaciones que te golpean, de tal manera que no tienes otra opción que detenerte, y empezar a mira en ti para descubrir qué es lo que debes cambiar, qué es lo que debes quitar o descubrir.

Lo mismo sucedió con David. Cuando fue confrontado por el profeta Natán. David había cometido un pecado y andaba como si nada hubiese pasado. Luego al quedar expuesto su pecado y a la realidad, no tuvo de otras, sino caer humillado delante de su Dios y pedir misericordia. 

En pocas palabras, si quiero profundizar debajo del iceberg de mi ser, tengo que estar dispuesto a sufrir las molestias y la aflicción que forman parte de explorar por primera vez nuevas partes de mi mismo ... lo bueno, lo malo y lo feo.

¿Qué significa ir debajo de la superficie en su caso y el de otros? 
Hay dos componentes primordiales: conciencia de lo que usted siente y hace, y hacer la pregunta del «¿por qué?" 

1. Desarrollar una conciencia de lo que sentimos y hacemos

2. Evalúa tus motivaciones. ¿Por qué lo hago?

Estos dos componentes los explicaré detalladamente en la segunda parte. 

Por los momentos es importante que sepas que así como el iceberg que muestra solo un 10%, nosotros somos de la misma forma mostramos una pequeña parte de quienes somos en realidad, y sin darnos cuenta tendemos a ignorar o negar ese otro 90% que posiblemente es el área donde abundan nuestras debilidades, defectos, nuestras fallas, patrones, heridas, traumas y cosas que nos avergüenzan o hacen daño.

Para trabajar en esa área es necesario invitar a Dios a que nos ayude a examinarnos de la misma forma con la que él lo hace eficientemente.

 Señor, examina mis sentimientos y pensamientos más profundos.
Salmo 26:2 PDT